
La primera edición del Observatorio fue Proyección 303 (2015) fue realizada como mi tesis de grado de la carrera de Artes Plásticas de la Universidad Nacional. La locación fue el campus universitario durante la víspera de la demolición del edificio 303 de Arquitectura. Este edificio fue la sede de la Facultad de Artes desde su apertura en el año 1965 hasta el año 2012 cuando fue clausurado por riesgo estructural. La pérdida del edificio 303 en el año 2015 fue tan polémica como traumática para toda la comunidad universitaria, pues su arquitectura se destacaba por proveer un espacio para la concurrencia de diversas áreas del conocimiento y la integración de actividades de toda índole. Existen estudios y peticiones de altas instituciones internacionales, como la UNAM, que recomendaban reestructurar antes que demoler el emblemático edificio.
La génesis de este proyecto fue la intención de llevar a cabo una despedida ritual con el edificio donde este no fuera re victimizado sino que hiciera parte de una dinámica poética, vivencial y efímera que condujera a un objeto de memoria residual. La primera aproximación a la arquitectura como dispositivo poético fue el dibujo de un reloj solar, sobre el adoquinado de su plaza central, con el cual el edificio marcó las horas de sus últimos días. Este dispositivo funcionó sin adicionar ningún elemento a la arquitectura, sino por el contrario sustrayendo mugre de la plaza. Como todo reloj solar, su corazón era el desplazamiento del sol pero también lo era el significado de la sombra que marcaba el paso de las horas. Su locomoción propia personificó al edificio y lo envolvió en un ritual poético de estar en sincronía con sus últimos tiempos.
El fenómeno de la cámara oscura, gracias al cual se presenta la imagen ocular en la naturaleza, ocurre de manera espontánea y el lugar más probable donde el ser humano comenzó a percatarse y reflexionar sobre este fenómeno fue la arquitectura en su amplio espectro. El deseo por recorrer al edificio por última vez, que no pudo suceder para la inmensa mayoría, condujo a identificar este fenómeno como una propuesta de ingresar de forma segura a manera de proyección. Su accionar fue favorecido por la proximidad del auditorio junto con la plaza, donde se encontraba el reloj solar, pues contaba con una puerta que comunicaba el auditorio con la plaza; ahí pudo ubicarse el estenopo de la cámara.
Este segundo dispositivo resolvió la búsqueda de un proceso material y poético del cual obtener un objeto de memoria directamente ligado a la arquitectura. Fue posible establecer una experiencia de memoria participativa donde el edificio funcionó como el dispositivo de captura fotográfica operado desde su interior.
Sin dominar la técnica, con recursos muy limitados, el tiempo en contra pero con ayuda de mis compañeros de escuela, de mi tutor de tesis, de un profesor de astronomía y la autorización casi a ciegas del decano de la Facultad, esta primera cámara arrojó 16 negativos sobre papel fotográfico y película fotográfica de 8” x 10”. No fue posible realizar una convocatoria muy extensa de asistentes para la foto por varios factores, entre ellos escepticismo, la escasez de tiempo, recursos y medios para la divulgación, fechas de captura inconvenientes al final del calendario académico y apatía. No obstante, el edificio fue despedido poéticamente y las fotografías son el testimonio de ello.
La segunda cámara se llevó a cabo en el edificio de Bellas Artes (301). Esta edificación patrimonial fue construida en los años 30 para albergar la facultad de arquitectura; la nueva Facultad de Artes cedió este lugar a la Escuela de Bellas Artes con su ampliación en los años 60. Es relevante señalar que el edificio 301 fue testigo tanto de la construcción como de la demolición del 303.
Con la colaboración y entusiasmo del grupo de compañeros estudiantes de la escuela de artes plásticas quienes me ayudaron a realizar la primera cámara se formuló un proyecto que fue ganador de recursos institucionales para financiar la iniciativa de replicar el dispositivo, esta vez abierto al público, en el Hall del segundo piso del edificio de Bellas Artes (301). Esta instalación monumental de cámara oscura duró 3 semanas. Desde una carpa más pequeña adyacente a la ventana fueron capturadas fotografías estenopeicas.
La dimensión de la cámara, la pertinencia en su razón de ser y un estado de anormalidad académica generalizado en el campus por una huelga de los trabajadores de la universidad aportaron un alto grado de visibilidad a la instalación y a su mensaje. Una nota en el periódico El Espectador sobre el hecho de la demolición menciona la cámara oscura en Bellas Artes.
La experiencia de percibir aquella imagen de manera invertida cambió la perspectiva con la cual la comunidad se había habituado a convivir con el edificio en ruina y ayudó a proyectar su pérdida de forma más blanda con la comunidad impávida ante semejante pérdida.
Dos meses después de la demolición presenté mi trabajo de tesis titulado Proyección 303. Me concentré en presentar las metodologías conceptuales detrás de la obra antes que los resultados, imposibles de tener con tan poco tiempo y recursos. La habitación que escogí para instalar mi tesis fue seleccionada para ser la cámara con la cual completar el relato de la demolición, pues la vista desde la ventana era el nuevo paisaje sin el edificio.
La propuesta instalativa para la exhibición fue la coexistencia entre el proceso creativo que seguía en marcha y la presentación curatorial de las metodologías plásticas de la obra. Un temporizador en la iluminación de la habitación apagaba y encendía súbitamente las luces cada 303 segundos. Este elemento temporal, un boceto del reloj solar lijado sobre el piso de madera de la habitación y unos registros fotográficos fueron los elementos que evocaban el reloj solar. Sólo un positivo de la serie fue impreso para la exposición como evidencia del proceso fotográfico y como promesa de la publicación del resto de la serie fotográfica, la cual aún no ha sucedido de manera formal.
























