top of page
imagen publicidad.jpg

Observatorio del Unicornio _  Barrio la Favorita

     La cámara oscura como instrumento óptico, más allá de una tecnología, representó un paradigma filosófico de la visión, de la relación entre el sujeto y un modo de pensar lo real y lo visible. A partir de este modelo se constituyó la mirada de la cultura occidental, articulado a especificidades históricas que dieron lugar a la creación de la perspectiva lineal y la óptica geométrica. Ha sido la fotografía -como construcción escópica que adquiere autonomía de la ‘realidad’- y sus continuas transformaciones, las que han revolucionado nuestra forma de percibir el espacio y relacionarnos con él, posicionando al sujeto como productor de imágenes en una experiencia visual que no es inmediata sino que se desarrolla en un arco temporal.

     En su práctica artística Pablo ha desarrollado una reflexión sobre la construcción de la mirada, la perspectiva del espacio y la memoria del patrimonio arquitectónico, a través de la investigación sobre los medios fotográficos análogos. Su último proyecto, Observatorio del Unicornio, tiene dos enfoques. Por un lado y desde la experimentación técnica busca explorar el ‘espacio focal’ de la cámara oscura, creada al interior de un espacio arquitectónico, así como las propiedades escultóricas de este proceso: a manera de ready made, Guerra convirtió su laboratorio en una cámara estenopeica -cámara fotográfica sin lente- desde donde la evidencia del paso del tiempo citadino se registró en el material fotosensible. Por otro lado, el trabajo se plantea como un documento de archivo fotográfico de un sector del centro histórico de Bogotá en el que, debido a procesos de gentrificación, se anticipan profundas transformaciones urbanas. Como un dispositivo de memoria, el edificio intervenido es testigo de las dinámicas sociales características del contexto en el que se emplaza e imprime en las imágenes una mirada propia del lugar. 

 

En las fotografías, se apela a una lógica compositiva de mosaico. Esto forma parte de un interés por no esconder el proceso por medio del cual la imagen es construida’, en algunos casos distorsionada, consecuencia de una serie de procedimientos y experimentaciones técnicas que alteran el desarrollo convencional de la imagen fotográfica y celebran una expresión atrofiada de la vitalidad urbana; se evidencia también su construcción manual en el papel fotosensible y sus propiedades plásticas, nos recuerda que somos ante todo espectadores de una imagen manipulada. Para esta muestra el artista reconstruye en la sala de exposición el principio de la cámara oscura y nos introduce en el espacio de aprehensión de la imagen, presenciamos el fenómeno visual en el que se produjeron las obras expuestas: a través de un pequeño agujero, un rayo de luz proyecta una imagen invertida, en la oscuridad interna y cerrada de la habitación.

 

Paula Torrado

Curadora

Escogí el apartamento que renté como taller entre 2016 y 2019 porque me ofrecía un contexto idóneo para continuar la obra que comencé en mi trabajo de grado. La segunda edición del Observatorio del Unicornio ( la primera en recibir ese título) se situó en el Barrio la Favorita de Bogotá.

 

Un barrio residencial prominente se convierte en un sector de industria de día (y delincuencia las veinticuatro horas) esencialmente por fenómenos muy complejos como la violencia, el abandono del estado, el narcotráfico, desigualdad social y su ubicación estratégica. Los lugares que sufren procesos de gentrificación como este son sumamente cambiantes, tienden a deteriorarse y renovarse de acuerdo a la oferta y la demanda inmobiliaria. La Favorita se encuentra a sólo unas cuadras del antiguo Bronx, y comparten el punto de inflexión urbanística del mismo sector. 

 

Las fotografías de esta serie son un documento rico en información descriptiva del paisaje actual de la localidad de Los Mártires y de la ciudad de Bogotá. Accidentes topográficos icónicos de la ciudad como los edificios Colpatria y Colseguros, la Virgen de Guadalupe y los cerros orientales sobre La Candelaria se identifican de forma clara en las imágenes de la serie fotográfica. También son documentados elementos como las tapas del alcantarillado, el nuevo sistema de recolección de basuras y el sistema de reciclaje por habitantes de calle.

Esta edición estuvo marcada por significativas mejoras en la investigación instrumental que llevaron a extender la ejecución de la obra a más de un año. Este tiempo, permitió realizar un estudio de mayor profundidad en cada una de las numerosas partes del proceso de elaboración. En primer lugar, fue posible elaborar una exploración plástica y técnica sobre las condiciones de captura que caracterizan este proyecto como toda la parte escultórica que se desarrolla al interior de la cámara o el tratamiento del papel fotográfico desde el punto de vista técnico pasando por todas las partes del proceso, inclusive su enmarcación. La secuencia de imágenes provee una lectura diversa del paisaje del centro de la capital, lograda sin cambiar el punto de vista de la cámara.

 

Por otro lado, se obtuvieron negativos con una calidad técnica que sobrepasa las dimensiones convencionales de este lenguage fotográfico, y por consiguiente también lo hace el nivel de detalle. A diferencia de la primera edición del Observatorio,  el proceso de postproducción fue de forma 100% analógica. Esto condujo a deducir procedimientos instrumentales experimentales que fueron identificados e incorporados correctamente al proceso creativo, como máscaras de luz y sombra durante la exposición fotográfica y en el positivado por contacto.

 

Las dimensiones de la cámara fueron 2.2 metros de altura, por 3 metros de ancho y 4 de profundidad. El tamaño del plano focal sobre el cual se capturaron la mayoría de las piezas fue escogido para hacer referencia a las dimensiones de la cámara de un pliego. Tanto los negativos como sus reproducciones originales tienen el mismo formato, por lo cual ambos son considerados piezas de exhibición. 

Durante el tiempo en que se extendió este proyecto creativo fui administrador del edificio de talleres La Chatica (donde se encontraba la cámara) , también crecí como fotógrafo independiente y fui durante dos años profesor de fotografía analógica en la escuela Zona Cinco. Mi experiencia como profesor me aportó significativas herramientas para perfeccionar las metodologías que exigía el desarrollo del proyecto.

 

Su exhibición individual fue en la galería Valenzuela Klenner de la ciudad de Bogotá, y su curaduría a cargo de Paula Torrado. La propuesta expositiva fue, igual que en la exhibición de la primera edición, una alternancia instalativa entre la sala de exhibición y un dispositivo de cámara oscura. Esta experiencia tiene como propósitos educar al público sobre el fenómeno de la cámara oscura, compartir la  herramienta universal por el cual existe la fotografía, permite compartir en una guía la  manera particular de obtener las imágenes en este proyecto y evidenciar su propuesta creativa, vinculante con el patrimonio arquitectónico.

bottom of page